23.2.12

La crisis y su impacto.

El ser adulto va aparejado a ciertos aspectos como la productividad, la autonomía, el desarrollo profesional y el forjar vínculos maduros con relación a los otros, sean estos en el orden de la amistad o del amor. En este sentido, el trabajo es uno de los ejes sobre los que paulatinamente se organiza la vida adulta, porque es justamente y en la mayoría de los casos, la forma en que los adultos jóvenes logran independizarse y dar continuidad a su propio proyecto vital.



La crisis económica actual y lo competitivo y restrictivo del mercado laboral originan que muchos jóvenes tarden en acceder a un trabajo o asuman empleos que inicialmente no posibilitan esta independencia. También, para quienes ya han logrado cierto desarrollo en su plan de vida la inestabilidad laboral es algo con lo que tienen que vérselas en este momento. Todas estas situaciones del orden de lo social pueden convertirse en una fuente importante de estrés y dar origen a una crisis en el terreno personal.


Ahora bien, los fenómenos de crisis social evidentemente no tienen la misma incidencia para cada uno de los sujetos de un mismo colectivo, de modo que las respuestas son variadas independientemente de los factores que modulen su realidad (apoyo familiar, carga familiar, presiones económicas, etc.). En el mejor de los casos, puede constituirse en un punto de inflexión que genera en el sujeto un proceso de reevaluación de su proyecto de vida y la salida a la crisis se convierte en un nuevo reto. En el extremo opuesto, se convierte en un punto de quiebre para el sujeto, al convertir un momento crítico asociado a las condiciones sociales en una crisis mucho mas íntima y estructural. Así, la persona comienza un proceso de descalificación en forma de espiral, duda permanentemente sobre las propias capacidades, hay tristeza y en este punto las salidas parecen imposibles. Es el momento donde los propios recursos para salir adelante no bastan y buscar ayuda psicoterapeutica es primordial.


Se hace necesario redefinir las metas, dar sentido a la vida y transformar la pérdida de unos referentes claramente definidos en una falta sobre la que se pueda trabajar y que nos permita seguir hacia adelante. Es un hacer frente a las dificultades que nos toca vivir, es asumir los límites que se nos presentan y poder hacer con ellos.


Evidentemente no es una tarea fácil, y supone para el sujeto la búsqueda de nuevas vías que lo lleven a encontrarse nuevamente con aquello que da forma a su deseo y a asumir con determinación las riendas del propio destino

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