11.11.10

Relaciones vacías

El vacío y la soledad parecen los males de nuestra época, pero peor aun resultan los remedios que suelen utilizarse con la esperanza de paliar estas duras experiencias vitales. Así, por ejemplo, algunas personas intentan tapar una terrible sensación de vacío consumiendo cualquier cosa, desde los diversos artículos que ofrece el mercado hasta medicamentos o drogas, e incluso, y lo que es todavía más serio, hasta las propias relaciones interpersonales.

Tomar a los otros como bien de consumo implica considerar al otro como un objeto más y, por tanto, como objeto que es, carece de toda condición humana, no sufre, no siente, no padece. De tal suerte, aparecen sucesos atroces: apalear y quemar viva a una indigente en un cajero automático o matar a una compañera de clase para saber lo que se siente al hacerlo. No son argumentos de una película de terror, sino hechos que lamentablemente acontecen en nuestra realidad.

Otra forma de consumo y de vacuidad de las relaciones se puede apreciar en la proliferación de los llamados “sitios de encuentro”, “agencias matrimoniales” o “Contactos de sexo y aventuras eróticas”, ofrecidos en Internet. Lugares que sugieren una especie de menú donde cada quien puede encontrar “una pareja a la medida”.

¿Por qué son tan populares estos lugares de encuentro? ¿Por qué algunas personas optan por seiscientos “amigos” virtuales y no por amigos de carne y hueso? Una reflexión interesante, en este sentido, la propone el Sociólogo ZYGMUNT BAUMAN en su libro Amor líquido: “A diferencia de las ‘verdaderas relaciones’, las ‘relaciones virtuales’ son de fácil acceso y salida. Parecen sensatas e higiénicas, fáciles de usar y amistosas con el usuario…”.

Las relaciones interpersonales reales exigen, entre otras cosas, una mayor implicación, un compromiso. En algunas ocasiones, hay que ceder la propia satisfacción en aras del bienestar del otro. En otras, hay que negociar, no siempre todo marcha como quisiéramos.

Evidentemente, el poder mantener relaciones interpersonales positivas y enriquecedoras con los otros, requiere de una serie de recursos personales. Entre ellos, la posibilidad de contactar con las emociones propias para poder entonces comprender los sentimientos de otros.

En suma, la vía para enfrentarnos con nuestra soledad y nuestro vacío no pasa porque algo o alguien llenen ese espacio, sino por dar un sentido auténtico y real a nuestros vínculos y a nuestra existencia como sujetos.