29.6.10

LOS CELOS

Los celos, según el Diccionario de la Real Academia Española, pueden definirse como la “sospecha, inquietud y recelo de que la persona amada haya mudado o mude su cariño, poniéndolo en otra”.

Los celos, hablando en términos generales, son sentimientos naturales y están presentes desde muy temprano en la vida de todas las personas. Basta con pensar, por ejemplo, en las vivencias de un niño o niña cuando nace un hermano. En este caso, el temor del niño gira en torno a ser desplazado en el amor de los padres y a perder la relación de exclusividad que se tenía con los progenitores antes del nacimiento del nuevo niño. Del mismo modo, cuando en una relación se siente que el amor de la persona amada le ha sido quitado o está en peligro de serlo por otra persona, los celos aparecen.

En el primer caso, la intervención adecuada y oportuna de los padres ayudando a entender al primogénito que el amor que sienten por él no se verá afectado por la aparición de otro hijo, tiene como efecto que los celos disminuyan. Sólo la seguridad y la certeza de sentirse valorado, querido y estimado, proporcionadas por la calidad de estas primeras relaciones, tienen la fuerza suficiente para dotar al niño de los recursos psicológicos necesarios para enfrentar los avatares del terreno interpersonal.

A lo largo de la vida, las experiencias amorosas y la propia eficacia personal en otras áreas influyen también en la forma en que cada sujeto en particular se las arregla para manejar la posible aparición de los celos en sus relaciones con los otros.

Las pequeñas manifestaciones de celos en las parejas también pueden considerarse normales e incluso pueden ser tomadas por parte de la persona amada como una muestra de afecto: “me valora”, “tiene miedo de perderme”, “me quiere por eso me cela”.

Sin embargo, cuando los celos son permanentes e injustificados, van desgastando y perturbando la relación de pareja, porque tras ellos surgen los reproches y los reclamos. Así, escuchamos a las parejas de las personas celosas decir que los interrogatorios se han vuelto parte de la rutina diaria y que el celoso (o la celosa, según sea el caso) intenta controlar su libertad y movimientos. Por otra parte, la persona celosa exige constantemente lo que según su parecer serían demostraciones de amor incondicional por parte del ser querido y necesita reasegurarse permanentemente de su afecto.

Lo que usualmente descubrimos detrás de estas manifestaciones de celos es la profunda inseguridad que la persona celosa siente sobre su propia valía personal.

Celos y amor no son caras de una misma moneda. Es preciso entender por qué surgen los celos y qué los sostiene. Ambas interrogantes nos conducen hasta nuestro mundo interno y a lo que en términos de vinculación con los otros hemos construido. Las respuestas permitirán, sin duda, poder establecer sin cortapisas relaciones basadas en la confianza y el respeto.