17.1.13

Cuerpo.


El cuerpo no es meramente un asunto físico. Es frontera que limita y une lo orgánico y lo emocional.


Ahí tenemos el torturado cuerpo de la anoréxica: delgado hasta el extremo, y sin embargo, obeso ante sus propios ojos.

Nos relacionamos con esa parte nuestra de muchas maneras posibles:
Hay quien no siente el dolor. Cuerpo vulnerable por esa distancia.
Hay quien lo vive como cuerpo enfermo, y entonces las patologías imaginarias que intentan curar lo físico cuando el malestar es psicológico.
Hay quien lo lesiona como búsqueda de atención.

La relación con el cuerpo, eso que se ha llamado imagen corporal, se construye en la infancia y se reedita en la adolescencia.

Y se construye en la relación con otros.

Con la madre, primer vínculo físico y emocional que hace al sujeto con caricias o con lejanía. Y con el padre, quien se convierte en modelo para el niño o en contrario anatómico para la niña.

En la adolescencia, con la vorágine de cambios físicos y con el acceso definitivo a la sexuación, el cuerpo vuelve a ser sede y centro.

Tiempo en el que empiezan a aparecer heridas antiguas, construcciones inconclusas de la infancia: preocupación por una imagen adecuada, sensación de debilidad, uso de la sexualidad como herramienta para acceder al afecto.

Los problemas con el cuerpo se atajan por distintas vías:
El médico, para que acabe concluyendo que no hay causas orgánicas para el dolor, y que todo se debe al estrés.
Grupos de contacto, donde hay abrazos y juegos corporales.
Terapias que te enseñan a "amarlo" como si fuera un extraño, un otro.

Pero lo real es que el cuerpo es frontera que limita y une. Que debe integrarse como parte de uno mismo.

A veces la literatura logra sonar desde lugares internos muy certeros. El poeta Julio E. Miranda escribió un texto Tendrá tus ojos, que logra plasmar esa idea del cuerpo como lugar psicológico:

1
cuerpo mío de amor
y de escritura: hice
lo que pude perdona
me
2
cuerpo mío tañido
de deseo: hice
lo que pude: perdona
me
3
cuerpo mío que odió
toda la muerte: hice
lo que pude perdona
me
4
con una navaja
que tendrá tus ojos.

Y es que al final de cuentas, es el cuerpo, nuestro cuerpo, la sede que nos acoge para vivir.