11.2.10

Ante la soledad

En un interesante artículo sobre la construcción social de la soledad, Manuel Cruz retoma la frase de Rousseau “Ser adulto es estar solo”, lo cual me condujo a reflexionar sobre un tema que suele estar muy presente en mi quehacer como Psicóloga.
Efectivamente, existen momentos en la vida que nos confrontan de manera súbita con un sentimiento difícil de sobrellevar, la soledad. Al hablar de soledad, no me refiero al hecho de estar sin compañía, sino a esa sensación abrumadora, sobrecogedora, de profundo pesar que en ocasiones nos invade y que encuentra como único referente nuestra propia intimidad.
Quienes hayan vivido la pérdida de un ser querido, la ruptura de una relación amorosa, la llegada a un país extraño como inmigrante o el fracaso de un proyecto de vida personal, seguramente sabrán a que me refiero y podrán dar cuenta de ese momento justo en que se toma conciencia de que lo que era ya no volverá a ser más, y también podrán atestiguar de que en ese momento y ante esa vivencia estamos realmente solos.
En otros períodos de la vida, esta emoción parece surgir paulatinamente llegando a ser una consecuencia inevitable y dolorosa del proceso de vivir. Así, al envejecer, muchos van perdiendo a los amigos e incluso la pareja; el anciano se percata de que ya los hijos no están ahí o que aun estando sus intereses y sus vidas están en otra parte. El que sobrevive, sin duda, se sabe solo. También llega el tiempo en que nos toca enfrentarnos, no sin cierto desamparo, al desfallecimiento de nuestro propio cuerpo.
Con esto no pretendo desestimar la importancia que tienen el apoyo y la compañía de los demás, llámense familiares o amigos, para ayudar a sobrellevar estos momentos difíciles. Lo que quiero enfatizar, es que puede suceder que a pesar de toda la solidaridad o empatía que pueda sentir una persona en estas circunstancias, le pueda resultar problemático sobreponerse a ello.
Reconocer que se está solo ante la soledad es el comienzo de un proceso interno, constante, a partir del cual se elaboran las pérdidas, y se da un nuevo sentido a la vida.