1.2.13

Winnicott

Hace unos días se cumplían 43 años del fallecimiento de Donald Winnicott, uno de los psicoanalistas más originales y vitales del siglo XX.

Pediatra además de psicoanalista, este estudioso extrajo conclusiones de la observación clínica de sus pacientes.

Winnicott analizó en profundidad la relación entre la madre y el bebé, y partiendo de la idea de que todo niño tiene la potencialidad de evolucionar hacia la madurez, la independencia y la  integración, entendió que es esa relación primaria la que facilita o detiene ese desarrollo.

Una de sus frases más memorables de Winnicott resulta tremendamente tranquilizadora frente a todas las conclusiones que antes de él y en tiempos posteriores el psicoanálisis ha expresado sobre el papel materno en la salud o en el padecer mental del ser humano. Así, lejos de sobrexigencias, Winnicott explico algo muy simple: el bebé necesita una madre suficientemente buena. No perfecta. No siempre atinada. Sino simple y llanamente suficientemente buena.

Esta bondad se determina en tres funciones a cumplir por la madre o por quien cumpla su rol:

.-Sostenimiento: que viene a significar la capacidad de la madre para hacerse cargo de su bebé en el sentido emocional, para cubrir sus necesidades y estar disponible.

.-Manipulación: referida a los cuidados corporales que la madre dedica a su bebé y que crearán en él una conciencia positiva de su condición física.

.-Presentación objetal: es decir, la capacidad de la madre para ir mostrándole al niño los objetos de la realidad.

En el tratamiento psicoanalítico Winnicott abogó por crear una atmósfera que en oposición a ese ambiente primario problemático que el bebé padeció y que truncó su desarrollo, esté caracterizado por el sostenimiento.  Sin embargo, se percató, dada su constante actitud observadora, de que esto favorecía una relación de dependencia emocional entre paciente y analista. Y agregó, claramente, que el buen analista (como la buena madre) debe ayudar a su paciente a liberarse de esa dependencia para curarse.

Quizás uno de los rasgos más encomiables de este psicoanalista es su coherencia. Sus conclusiones teóricas, surgidas desde una amplísima experiencia práctica, retornaban siempre a su ejercicio clínico.

En uno de sus textos, "Sostén e interpretación" Winnicott describe los pormenores del análisis de un paciente psicótico. Unos catorce años después de finalizado el tratamiento, Winnicott le escribe una carta  preguntándole por cómo había estado desde entonces. El paciente le responde, contándole de su vida familiar, profesional y laboral. Y Winnicott le vuelve a escribir con simpleza y naturalidad "Me puso muy contento recibir su respuesta... Me impresiona la forma en que usted usó su vida en vez de estar en psicoterapia perpetua. Tal vez eso sea la vida"

Valga esta pequeña reseña como homenaje a este psicoanalista que revolucionó la manera de entender y de abordar el sufrimiento psíquico.