4.11.11

¿Quién sostiene la balanza?

Hace unos días alguien me comentaba de un juicio por las medidas provisionales en un caso de separación. La madre solicitaba la custodia de los hijos y el padre pedía la custodia compartida. Ante la sorpresa de todos, y sin haber argumentos que lo sostuvieran, el juez nombró al padre como único custodio.

Hace unos días una paciente me contaba que estaba asistiendo a sesiones de fisioterapia y que, sin razón aparente, se sentía muy incómoda con la profesional que la atendía. No podía soportar su presencia, y fue tan grande su malestar que a pesar de reconocer su mejoría física, optó por dejar de asistir a su consulta.

Siguió su relato con una frase que denotaba su compresión sobre si misma: "Mi prima, quien me la recomendó, me preguntó si me había dado cuenta del parecido entre la fisio y mi madre. Yo no lo había notado. Pero cuando ella lo dijo, caí en la cuenta de que era cierto. Y que esa similitud era la causa de mi rechazo"

Ambas historias llegaron hasta mí con pocos días de diferencia. Y esa coincidencia me hizo reflexionar sobre las razones inconscientes que a veces determinan nuestras decisiones.

Está claro que el inconsciente nos controla. Que en millones de circunstancias eso que tenemos dentro y que no conocemos, hace que tomemos una u otra decisión. Y eso, por supuesto, acarrea consecuencias.

Esas poderosas razones inconscientes pueden hacer que nos construyamos una vida dolorosa y sufriente, llena de insatisfacciones. Una condena que sólo a través del trabajo psicoterapéutico puede develarse para obtener un poder consciente sobre nuestros actos.

En la mayoría de los casos, las consecuencias de desconocer el poder del inconsciente nos toca a nosotros y a quienes tenemos más cerca.

Pero vuelvo a lo que decía al principio: Un juez decide darle la custodia al padre. Algo que él no pedía. Algo que no apareció en los discursos de los abogados ¿Por qué?

No conozco el caso en profundidad pero lo uso como metáfora: ¿Algún conflicto interno y desconocido para él llevó al juez a actuar como lo hizo? ¿Y si en su decisión (como le pasó a mi paciente) jugó un papel fundamental el rechazo que le significó algún parecido entre la madre del caso y su propia madre?

Pensaba entonces que los jueces, esos seres poderosos que tienen la potestad y también la carga que significa decidir sobre la vida de otros, tienen además una enorme responsabilidad en tanto personas subjetivas.

Está claro que la ley es palabra escrita. Pero también es palabra interpretable. Basta seguir algunos procesos judiciales para percatarse de que un mismo hecho y un mismo artículo de una determinada ley, puede entenderse y usarse de variadas maneras.

Por ejemplo, el Artículo 2 de la  Ley Orgánica 1/1996, de 15 de Enero, de Protección Jurídica del Menor, señala que en toda decisión debe primar el interés de los menores, Claro que cómo fijar en un caso concreto de qué manera práctica se está primando este interés, puede tener múltiples lecturas.Y habrán razones conscientes, por supuesto. Pero también el inconsciente jugará su papel en las actuciones de los jueces, que por más poder que ostenten, son sobre todo seres humanos.

Si cada uno de nosotros tiene la obligación consigo mismo de conocer el poder de su inconsciente, de esos entramados que condicionan ciertas elecciones y determinadas actitudes para ganar control sobre la propia vida, un juez, que tiene en sus manos una responsabilidad mucho mayor y cuyas decisiones implican a otros, con más razón tiene que haber pasado por un proceso de revisión personal que le garantice cierta protección ante su propia subjetividad.

Si yo me viera en la circunstancia de estar en manos de un juez que decida sobre mi destino, desearía que su veredicto no estuviera mediatizado por su transferencia en mí de sus propios conflictos inconscientes.
Escrito por Esther Roperti