14.4.13

Impacto psicológico del desempleo


La crisis económica actual en España está produciendo diversos efectos: desahucios, pérdida de prestaciones sociales o asistenciales para las personas dependientes, aumento del número de casos de acoso laboral entre compañeros  y  alarmantes tasas de paro.

En este sentido,  un artículo del diario el País  (24/01/2013),  pone de relieve el gran impacto social del desempleo en estos momentos: “El paro ahonda las heridas sociales”. Su autor, Manuel V. Gómez, nos muestra el escenario tras las terribles cifras alcanzadas por el  paro durante 2012: "La gangrena del mercado laboral español se agrava día a día. Tras cinco años y medio de deterioro, la destrucción de empleo y el aumento de paro son la prueba más evidente, lo que se aprecia a simple vista. En 2012 han desaparecido 850.500 puestos de trabajo; el empleo se ha hundido al nivel de hace una década; al año se cerró con 5.965.400 parados y la tasa de desempleo se encaramó al 26,02%, datos sin parangón en las series estadísticas, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Pero la larga duración y la profundidad de la debacle ponen de relive otras cifras que muestran la gravedad de la situación: caída significativa de la población activa, emigración entre jóvenes y extranjeros o aumento del paro de larga y muy larga duración.”

Estas “heridas sociales”, expresadas en cifras y porcentajes, se traducen en situaciones dramáticas en el ámbito individual.  Así, en  los relatos de las personas que asisten a la consulta o en los comentarios que se escuchan en general,  el temor al paro, al subempleo, a la marginación económica y social,  se convierten en  temas centrales.  A todos nos toca directa o indirectamente y generan un importante monto de angustia e incertidumbre.

¿Por qué es tan importante el trabajo?

El ser adulto va aparejado a ciertos aspectos como la productividad, la autonomía, el desarrollo profesional y el forjamiento de vínculos maduros con otros, sean estos del orden de la amistad o del amor. En este sentido, el trabajo viene a ser uno de los ejes sobre los que paulatinamente se organiza la vida adulta, porque es justamente y en la mayoría de los casos, la forma en que los adultos jóvenes logran independizarse para dar continuidad a su propio proyecto vital. Para quienes ya tienen una familia, el trabajo constituye el sostén económico familiar

El trabajo no sólo es una forma de ganarse la vida, sino que representa un ideal social y cultural. Así, trabajo se asocia con términos como “vida productiva”, “logro” o “desarrollo profesional”. Se espera que cada persona sea capaz de acceder al mercado laboral y de desarrollarse profesional y personalmente. Por lo tanto, no es extraño que muchas personas al estar desempleadas sientan que han fracasado, que no han sido capaces de alcanzar ese ideal y que, a partir de ese momento, comiencen a cuestionar su propia eficacia personal o incluso a sentirse culpables de su situación.

El trabajo da sentido y organiza la vida de las personas (horarios que cumplir, tareas que realizar, objetivos que alcanzar). Estar laboralmente activo le otorga a cada quien un lugar en la estructura productiva y social, un lugar valorado en la sociedad. El formar parte de un equipo de trabajo supone también pertenencia, es una de las formas adultas de hacer vínculo social. Por lo tanto, al estar en paro, el sujeto comienza a sentirse excluido de este entramado social.

A medida que la situación de paro se prolonga, el malestar psicológico puede agravarse, comenzando a aparecer síntomas claramente depresivos, baja auto-estima, bajas expectativas de éxito, aislamiento social y sentimientos de incapacidad.

¿Cuándo el desempleo se convierte en crisis personal?

La crisis, el miedo y la incertidumbre mueven en cada sujeto en particular elementos que tienen que ver con su propia historia. Por eso, cuando habla cada persona, la crisis y el miedo tienen una versión individual. Para unos, puede ser un punto de inflexión que genera en el sujeto un proceso de reevaluación de su proyecto de vida, convirtiéndose la salida a la crisis en un nuevo reto. Así tenemos, por ejemplo, personas que frente al desempleo se plantean o bien continuar su formación profesional o bien dar un giro a la labor que desempeñaban, adentrándose en otros terrenos laborales o profesionales. También hay quienes buscan salidas creativas e innovadoras como otra forma de acceso al mercado laboral.

En el extremo opuesto, para otros la crisis se transforma en un punto de quiebre, al convertir un hecho coyuntural vinculado a las condiciones sociales, en un conflicto íntimo y estructural. Estas personas comienzan un proceso de descalificación que se desarrolla en forma de espiral: se duda permanentemente de las propias capacidades, hay una profunda tristeza, angustia, aislamiento y, llegados a este punto, las salidas parecen o se tornan imposibles. Es el momento cuando los propios recursos para salir adelante no bastan y buscar ayuda es primordial.

En un momento así, se hace necesario redefinir las metas; afrontar y superar la pérdida de unos referentes que hasta hace poco estaban claramente establecidos; precisar aquello que se ha convertido en obstáculo; salir de una posición que muy probablemente nos ha mantenido paralizados. Se trata de hacer, de resolver frente a las dificultades que nos toca vivir. Se trata de asumir las dificultades que se nos presentan y poder trabajar, nunca mejor dicho, con y frente a ellas.

Evidentemente, no es una tarea fácil. Supone para el sujeto la búsqueda de nuevas vías que lo lleven a encontrarse o reencontrarse con aquello que da forma a su deseo y da sentido a su vida.
       

Este artículo  fue escrito para Psya Asistencia, como colaboración en su revista “La News de la Red.  Esta revista aborda trimestralmente un tema de actualidad e interés para nuestra profesión. En esta primera News el tema central fue el “Papel de la Psicología en nuestro tiempo”.



Marisol Valado Rodríguez