24.1.13

Sor María

Según han señalado los medios, Sor María, la monja imputada en diversos casos de bebés robados, falleció en Madrid el martes 22 de enero sin llegar a declarar en las diversas causas que la señalaban como presunta culpable.

Los delitos que se le atribuían han creado verdadera alarma social. No sólo por lo que han implicado en relación a la separación de los bebés y sus madres, sino también por el contraste de que sea una religiosa quien aparezca como autora de estos hechos.

La monja no acudió al juicio que tenía previsto el día 18 de enero del presente año, alegando problemas de salud. Pero antes, en otra causa, se acogió al derecho a no declarar y después envió  una carta abierta que fue reseñada en los medios.

Su muerte ahora, tras su silencio, deja sin respuestas las múltiples preguntas que las familias afectadas necesitaban hacer para poder cerrar internamente las heridas abiertas hace años.

Este personaje suscita preguntas y abre interrogantes acerca de su condición humana ¿Cómo era Sor María? ¿Qué elementos la impulsaban a actuar?

En las diversas causas abiertas aparecían implicadas más personas: padres adoptivos que pagaban por los bebés o por los gastos de su nacimiento. Personal con poder para hacer desaparecer recién nacidos. Médicos que atendían a las parturientas. Toda una trama que no ha llegado a desenmarañarse hasta hoy y que habría podido resolverse si la monja hubiera hablado y respondido.

Las palabras de quienes la conocieron en aquellos años cuando se puso en marcha la trama para robar niños, coinciden en dibujarla como una persona fría, que trató a los bebés, a las madres biológicas y a los padres adoptivos como objetos.

Por ejemplo, uno de estos implicados, padre adoptivo de una de las niñas, ofrece algunas pinceladas sobre Sor María:  “Pilar nació muy malita. Estuvo 40 días hospitalizada y sor María nos ofreció echarnos para atrás y esperar a otro niño. Yo le dije que no. Aquella niña ya era mi hija”.

Por su parte, una mujer que conoció a la monja en aquellos años la describe como una persona fría  "Me tranquilizó, se mostró muy cercana y me hizo creer que me ayudaría, pero el día del parto se transformó en la mujer fría y autoritaria que en realidad es"

Y sigue relatando un comportamiento en la religiosa que parecen señalarla como alguien carente de empatía y de capacidad de condolerse con el dolor ajeno. Así, afirma que Sor María le dijo "Como te atrevas a protestar, te denunciaremos por adulterio y te quitarán también a tu otra hija".

Estas opiniones y declaraciones bien pueden ser ciertas o ser frases cambiadas para defensa de quienes también podrían estar implicados en los delitos. Personas que vieron como factible pagar por recibir un hijo, quienes pudieron satisfacer su deseo de ser padres comerciando con niños.

O pueden constituir declaraciones falseadas por la rabia de quienes perdieron a sus bebés recién nacidos.

Sin embargo, sí tenemos datos que provienen de la propia Sor María. Actos ejecutados por ella.

En el juicio celebrado en Madrid el día 12 de abril de 2012, Sor María  se acogió al derecho a no declarar y tras no responder a las preguntas del juez, envió una carta abierta. En ella dice

 " Ante las informaciones aparecidas con motivo de mi comparecencia en los Juzgados en calidad de denunciada y la expectación suscitada, pidiendo disculpas si no he sabido atender correctamente a los medios de comunicación,quisiera hacer saber que son completamente falsos los hechos que me atribuyen en la denuncia"

Y cierra diciendo

 "Quiero dar públicamente las gracias de corazón a todas las personas e instituciones de todo el mundo que me han apoyado, dándome muestras de afecto, respeto y consideración, al conocer la situación que estoy pasando y que espero que se resuelva a la mayor brevedad."

Esta actitud y esta palabra sí parecen mostrarla. Negándose a declarar ante el juez, no da respuestas a unas personas sufrientes. Se muestra inaccesible para contestar preguntas que podrían traer la paz arrebatada a quienes vivieron el robo de sus hijos. Ante ellos, calla. Y luego habla al gran público. En una carta abierta donde no dice nada. Donde afirma, sin argumentar, que es inocente y donde luego agradece la consideración de quienes han estado apoyándola.

En este hecho se ve su falta de empatía. Su incapacidad para reparar y su frialdad.

Ahora ha fallecido. El silencio continúa. Ella, que tuvo en su mano la palabra para ayudar a otros a elaborar sus pérdidas, fue consecuente hasta el final con su no consideración de los otros como personas merecedoras de alivio. Como sujetos.