28.9.10

"También el pueblo... qué vocación de timbre".

Mafalda, el genial personaje creado por Quino, en una de sus viñetas le explica a su amiga Susanita la problemática del país: "Viene un gobierno y oprime al pueblo; viene otro gobierno y oprime al pueblo" a lo que Susanita responde "También el pueblo...qué vocación de timbre, no?
Esta tira siempre me ha parecido de las más acertadas del dibujante argentino, porque incide directamente sobre una visión que se suele  obviar: nuestra propia responsabilidad sobre nuestro destino.
En psicoanálisis existe también un término para este hecho, "Alma bella", que hace referencia a la tendencia a no ver cómo construimos aquello que luego nos ocurre.
En un post anterior hablábamos también de este tema (me refiero a "La llave de la felicidad", escrito por Marisol Valado), y en facebook un lector atento comentó la publicación con una cita de Borges "Te ves ahora centro del laberinto que tramaron tus pasos".
A veces la gente toca la puerta de un psicoterapeuta para quejarse, desahogarse y descargar su tristeza por las cosas que le ocurren en la vida. Y hay psicoterapeutas que se limitan a escuchar la queja o dirigen sus intervenciones a apoyar ante el sufrimiento. Un remanso de calma para coger fuerzas y seguir aguantando los mismos sinsabores.
Otros psicoterapeutas intentamos plantear el tema desde una nueva perspectiva, incidiendo en el papel activo que cada uno tenemos sobre nuestro quehacer vital. Esta segunda visión a lo mejor es más áspera, pero sin lugar a dudas obliga a adueñarse del papel protagónica perdido.
Las preguntas deben plantearse en primera persona: ¿por qué siempre acabo siendo maltratada?, ¿por qué siempre escojo gente que me traicionará?, ¿por qué me suele pasar que elijo hombres que me abandonan?, ¿por qué de nuevo busco una mujer fría, que no colma mi necesidad de amor?.
Es decir, si sólo se culpa a los gobiernos (como en la viñeta de Mafalda) estamos hechos de un material sin peso, sin consistencia. Es necesario revisar la vocación de timbre (o cualquier otra vocación que suene a oráculo).