
El horror ante dichas prácticas y la necesidad consecuente de intervenir a través de diversas organizaciones como Amnistía Internacional para frenar y detener este tipo de prácticas, es algo que la mayoría considera fundamental e imprescindible.
En este escenario, no deja de resultar sorprendente como aún hoy en día, en este nuestro mundo “desarrollado”, puedan sostenerse, en el discurso social, estigmas y prácticas sociales excluyentes contra las personas contagiadas VIH. Ni tampoco que aún hoy en día se considere a la enfermedad mental como algo que deba esconderse por temor al rechazo social.