27.12.09


Os deseamos una feliz navidad y un próspero año 2010. Volveremos después de Reyes.
Esther, Carolina y Marisol.

10.12.09

Llamados de atención

El 17 de Noviembre de este año, la prensa recogía los últimos acontecimientos del llamado "crimen de Fago". Se sabía entonces que el principal acusado sostenía haberse inculpado para llamar la atención.
También en el año 2000, las chicas que en San Fernando (Cádiz) asesinaron a una compañera de instituto, afirmaron que querían ser famosas.
Se trata entonces de unos llamados de atención que justifican cualquier acto.
Y uno se pregunta ¿Qué ocurre cuando unas sujetos son capaces de recurrir a la violencia más extrema con tal de aparecer y ser mirados? ¿Por qué tanta necesidad de reconocimiento, de tener un lugar?
Las ideas que se vienen a mi cabeza, entonces, tienen que ver con que personas así, deben haber padecido un gran vacío en el desarrollo, con una falta grave de miradas, de reconocimientos, de acogidas, seres que deben haber crecido sin apoyos y con tremendas carencias de encuentros con los otros.
Estas noticias siempre repercuten en mí porque, cada vez con mayor frecuencia, encuentro estos gritos de atención y me hacen reflexionar acerca de mi quehacer como psicoterapeuta.
Sin llegar a extremos tan marcados como los recogidos en estas noticias de criminalidad, la clínica psicológica enseña que toda vivencia de desatención en la vida adulta, remite a una infancia desatendida.
Muchos pacientes narran sus llamados de atención en la adultez (enfermedades estridentes; actuaciones maníacas; puesta a prueba de sus parejas...). También en la transferencia, el vínculo está entonces marcado por necesidades imperativas de ser atendido, de ser alguien para el otro (cambios de horarios intempestivos, llamadas fuera de las sesiones, anulaciones...). Al revisar sus historias, aparecen escenas en que se sintieron poco importantes, poco queridos, poco acogidos por sus figuras de referencia, con lo que el presente es una clara repetición de esas primigeneas circunstancias.
En el trabajo psicoterapéutico, es necesario situar la experiencia de la desatención como un hecho perteneciente al pasado, a la historia más primitiva del sujeto, que muchas veces se inflitra en su presente. Ese mirar atrás es el inicio de la reconstrucción, de la sanación de las heridas.

6.12.09

Ser padres

Recientemente, en una de las sesiones de “Escuela para Padres” en la que tratábamos la importancia de las normas y los límites en la crianza de los niños, me impresionó encontrar bastantes coincidencias en las anécdotas que relataban los padres. Así, la dificultad para ejercer la autoridad como padres aparecía como lugar común en sus relatos.
Escuché el relato preocupado de estos padres, que son padres de niños preescolares, sobre cómo sus hijos o los hijos de sus conocidos han sido objeto de algún tipo de agresión por otros chavales (por ejemplo, empujones para poder subir antes al tobogán o bien insultos para amedrentar y lograr que los otros se muestren sumisos). También hablaron de niños que golpean o se dirigen de manera irrespetuosa a sus padres o abuelos. Finalmente, estuvieron de acuerdo en aquello que les resultaba lo más sorprendente: la inercia e inacción de los padres de los niños agresores frente al comportamiento de sus hijos.
Estos hechos nos llevaron a diferentes reflexiones, pero la interrogante central giraba en torno a la pregunta ¿Qué pasa con ese lugar que como padres nos toca ocupar? La respuesta apunta a señalar que se trata de un lugar que, sin duda alguna, se presenta como difícil, puesto que debe conjugar, en una medida pretendidamente justa, amor, protección, aceptación, límites y prohibiciones.
Por eso al escuchar estos relatos, y al recordar los no pocos sucesos que recoge la prensa sobre la violencia en los colegios, las agresiones de hijos a padres, la violencia gratuita hacia otros por hechos tan absurdos como tener el cabello de cierto color [“Siete niños estadounidenses pelirrojos fueron agredidos física, o verbalmente a través de internet, en un colegio de California (al oeste de EEUU) por otros adolescentes”. es.noticias.yahoo.com], me hacen pensar que es cierto, que como padres, hemos perdido el rumbo, hemos pasado de ejercer una disciplina autoritaria y restrictiva hacia el extremo opuesto del “dejar hacer, dejar pasar”.
Nos encontramos, no sin sorpresa para todos, replanteándonos nuestra función como padres a partir de elementos que, en principio, deberían resultar obvios: tenemos que educar a nuestros hijos desde su más temprana infancia para vivir en sociedad; debemos trasmitirles valores como el amor por la vida y la solidaridad; educarlos en el respeto, en la capacidad de diálogo; dotarlos de un bagaje de habilidades sociales para solucionar problemas interpersonales, para aprender a aceptar y reconducir la frustración , para anticipar las consecuencias de los actos realizados y para aprender a ponerse en el lugar del otro.

28.11.09

La búsqueda de ayuda

Es un lugar común que acciones tan simples como buscar ayuda psicoterapéutica, ir al psicólogo, asistir a un servicio de salud mental o acceder a tratamiento psiquiátrico, se entiendan como síntomas de locura.
Según esta idea, el psicólogo es un loquero, y todo el que acceda a su órbita, está mal de la cabeza.
Atravesados por este prejuicio, muchos pacientes no cuentan en su entorno que asisten a terapia, aunque lleven años recibiendo tratamiento. Otros apenas se lo han dicho a sus seres más cercanos, y hay quienes incluso ponen a prueba a sus amigos y familiares para prever cómo reaccionarán si se lo cuentan.
Hay quienes se sorprenden, porque descubren que mucha más gente de la que creían, también son pacientes de psicoterapia, aunque, al igual que ellos, lo mantenían en secreto.
Lo peor es que a veces, por este creencia errónea, se pospone la búsqueda de medidas para paliar el sufrimiento, y el proyecto vital se trunca, marcado por distintos síntomas.
Y lo que ocurre es exactamente lo contrario: ser capaz de reconocer que se sufre, darse cuenta de que el malestar no se aplacará por sí solo, estar dispuesto a aceptar que no se puede cargar de forma solitaria con el dolor, y buscar ayuda psicoterapéutica, son síntomas de sabiduría.
Ademas, el prejuicio es fácilmente desmontable: Los locos no suelen buscar ayuda por su propia decisión.
Sólo quién tiene un rasgo de salud es capaz de hacerse cargo de sí mismo.

24.11.09

Hasta que la muerte nos separe

Más allá de ser la promesa de amor hecha tradicionalmente como voto ante el altar, hoy en día esta frase viene a reflejar la terrible realidad que viven muchas mujeres víctimas de la violencia de su pareja.
De acuerdo al Observatorio de la Violencia de Género, en España y durante el año 2009 casi 50.000 mujeres han contado con medidas de protección al ser víctimas de diversas formas de violencia de género. Asimismo, según los datos facilitados por la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, el pasado día 11 noviembre, desde el 2004 se han decretado 100.000 órdenes de protección para víctimas de este tipo de violencia. De esas 100.000 órdenes, el 40% corresponde a maltratadas que tienen menos de 30 años. Otro dato importante que resalta la ministra Aído es que un 30% de las fallecidas entre el 2003 y el 2008 tampoco superaban esa edad.
Las cifras son, sin duda, alarmantes, pero todavía más si pensamos que estas estadísticas sólo reflejan a aquellas mujeres que se atreven a denunciar, porque es conocido también que muchas mujeres permanecen en silencio. Algunas de estas mujeres viven realmente aterradas por su inseguridad y la de sus hijos; por ello ni se atreven a denunciar lo que ocurre en sus hogares. Para otras, la situación es aun más grave, pues el maltrato ni siquiera es percibido como tal. A pesar de ser maltratadas psicológica y físicamente piensan y sienten que de alguna manera ellas son las responsables de esta situación. Muchas de ellas exculpan al agresor diciendo que no han sido “lo suficientemente buenas” o “que a veces él se pone violento pero es por el estrés, o por los problemas en el trabajo”.
Romper con esta situación es muy difícil, puesto que el maltrato está sostenido sobre un vínculo que inicialmente se esconde bajo la forma del “amor”. Un amor que paulatinamente va cercenando todas las relaciones de la mujer con su entorno (familia y amigos). Incluso, muchas abandonan la vida laboral para dedicarse “a lo más importante, que es mi casa y mi marido”. Tras esto, la descalificación, el temor y el control permanente que ejerce la pareja sobre ellas, van socavando los recursos psicológicos de la mujer para hacer frente a la situación.
Cuando una mujer decide denunciar o romper la relación, da un paso importantísimo que requiere mucho valor, pues se está sobreponiendo a una sensación personal de ser absolutamente vulnerable y de no tener ningún control sobre su vida. De ahí que la primera labor psicoterapéutica sea la del reconocimiento y el apoyo. Sin embargo, la recuperación real de la mujer maltratada comienza más tarde, cuando se toma conciencia de la relación de dependencia emocional que se tiene con la pareja, cuando la mujer se comienza a interrogar a sí misma sobre la paradoja del amor que maltrata.
Revisar, volver sobre lo que nos causa dolor, entender qué nos ha mantenido en esa posición constituyen procesos dolorosos, pero indudablemente necesarios, pues definen el camino preciso para ubicar el amor al lado del respeto y la consideración.

16.11.09

Maltrato

Hace unos días, la prensa nos sorprendía con una noticia terrible: el caso de dos bebés maltratados en Málaga. Uno de ellos falleció a causa de los golpes, el otro, recibe atención en la UVI de un hospital. Lo más espeluznante, la edad de los pequeños: dos meses. Y para colmo de males, la identidad de sus presuntos agresores: sus padres.
Uno se pregunta: ¿Qué puede pasar por la cabeza de unos adultos para cometer tamaña insensatez? ¿Qué puede motivar una escena de tanta violencia contra unos bebés apenas recién llegados al mundo?
Todos los casos de maltrato, contra las mujeres, contra los padres, contra los compañeros, contra los hijos, causan un impacto inmediato en la sociedad, porque no hay manera de acostumbrarse a un clima en el que la violencia campa en los rincones más públicos y más privados.
Si bien la ira, la cólera, la rabia, son sentimientos humanos, y como tales, lícitos; ver el rostro más oscuro de la humanidad, de nuestros semejantes, siempre da sensación de vértigo.
Lo más terrible es que toda forma de maltrato deja secuelas. Las más evidentes, las físicas. No obstante, muchas otras consecuencias se plasman en la manera posterior de situarse en el mundo.
No es de extrañar la cantidad de mujeres que repiten en sus relaciones de pareja un vínculo de malos tratos, cuando en su historia personal ha habido violencia ejercida por el padre.
No son infrecuentes los pacientes que se odian y rechazan a sí mismos cuando fueron odiados y rechazados por sus adultos en la infancia.
No son inusuales los hombres que temen el abandono y se sienten perseguidos por el fantasma del desamor, cuando, de niños, fueron víctimas de unos padres excluyentes.
En la intimidad del espacio terapéutico, la reconstrucción tiene que pasar por ver esas heridas y elaborar una nueva relación que se aleje del golpe y el insulto.

12.11.09

Expresiones de la violencia en nuestro tiempo

Hoy en día, encontramos que la violencia como síntoma se haya expresada en una diversidad de fenómenos como el acoso escolar, la violencia contra la pareja, el maltrato infantil, el maltrato a los ancianos o personas dependientes, y más recientemente, el maltrato de los hijos hacia los padres. La alarma social frente a dichos fenómenos se ha disparado tanto por la frecuencia con que aparecen en los medios de comunicación, como por las formas cada vez más crudas, crueles y dañinas que adquieren.
La violencia no es simplemente una conducta, una respuesta emocional o una suerte de impulso irrefrenable frente al cual el sujeto no tiene ningún control. Por el contrario, se trata de una estrategia psicológica usualmente aprendida que el sujeto emplea intencionadamente para alcanzar un fin determinado, y que puede llegar a constituirse en una forma de vinculación con los otros. Esto se hace aun más patente en las manifestaciones de las que hablamos: la actuación violenta tiene lugar en espacios íntimos como el hogar o la escuela y la violencia proviene de alguien con el que se mantiene una relación afectiva estrecha, o de alguien de quien al menos se espera compañerismo o solidaridad.
En estos casos, solemos encontrar que el sujeto que sufre este tipo de violencia permanece en silencio, atrapado en una situación de indefensión, de vulnerabilidad, de profunda soledad en relación a su dolor, sintiendo un temor abrumador y paralizante. Existe una gran dificultad para romper con la situación de maltrato pues se depende emocionalmente del agresor, llegando al extremo de naturalizar el ambiente de violencia en el que se vive.

Justamente si algo debemos evitar como sociedad es la naturalización de la violencia. Es preciso no tener una posición de espectador sino una posición activa, que asegure la apertura de los espacios necesarios y suficientes para hablar de la violencia dando cabida a la reflexión, al encuentro, la mediación y la búsqueda de alternativas

31.10.09

Los adolescentes y su encuentro con la sexualidad

La adolescencia está llena de encuentros y desencuentros, de cambios, descubrimientos, exploraciones. Durante el tiempo en el que transcurre, se van dando una serie de ajustes y reajustes entre el joven y su entorno. De esta manera, esta etapa de la vida se convierte en un periodo inundado por exigencias y elecciones a las cuales el adolescente no siempre sabe o no puede dar respuesta.
La sexualidad es, sin duda, un punto nodal y de especial significación para cualquier adolescente. La pregunta sobre qué es ser hombre o qué es ser mujer, el placer auto erótico, la posibilidad de acceder a la sexualidad adulta, los primeros coitos y la escogencia de pareja forman parte de sus vivencias y suelen estar cargadas de mucha angustia. El lograr elaborar y encausar estas experiencias, es lo que permite luego al joven constituirse como un sujeto con una identidad definida y una posición particular ante la vida.
Evidentemente, este encuentro del joven con su propia sexualidad no está exento de tropiezos, muchos de los cuales pueden llevar a los adolescentes a solicitar ayuda psicológica. Las preguntas que los angustian tocan lo atinente a las preferencias sexuales y a cómo a partir de las elecciones que se hacen se define la propia posición sexual. Asimismo, es frecuente encontrar chicas que acuden a nosotros movidas por el duelo generado tras la experiencia de un aborto.
Ahora bien, socialmente parece que estamos asistiendo a un cambio en la conducta sexual de los adolescentes. Así, por ejemplo, en un artículo publicado en el “País Semanal” del día 25/05/2008 se señala lo siguiente: “Los padres pueden ignorarlo. Negarlo. No querer enterarse. Pensar que sus hijos no son de ésos. Pero sus niños (y niñas) lo hacen. Cada vez más. Cada vez antes. Cada vez con más gente.”
La primera reflexión que nos hacemos es que da la impresión que estamos hablando de algo que se consume. En este caso, la relación sexual, o más bien, la relación genital aparece como un objeto más de consumo. ¿Qué nos están diciendo los jóvenes con este cambio? ¿Hacia dónde apunta su conducta? ¿Qué reflejo nos devuelven de nuestra sociedad de adultos?
Además de estas cuestiones, lo que más nos llama la atención de este interesante artículo, es lo que los jóvenes relatan con relación a sus temores. Por lo que dicen, sus preocupaciones no resultan ser tan novedosas como lo está siendo su comportamiento. Por el contrario, vienen a ser las mismas preguntas que ya se han hecho, en su tiempo, varias generaciones anteriores de adolescentes. Lo más sorprendente es que las preocupaciones de los jóvenes actuales siguen estando teñidas por los mismos rígidos estereotipos sociales que han venido caracterizando durantes décadas los roles del hombre y de la mujer. En el caso de los chicos, sus temores están vinculados a la potencia y destreza sexual. En el caso de las chicas, las preocupaciones se relacionan con su cuerpo, su identidad y con la valoración social y familiar que se pueda hacer sobre su sexualidad; ellas tienen temor “A que me duela, a quedar embarazada, a que me tomen por una chica fácil, a dejar de ser la niña de mis padres, a hacerme mujer”.
Entonces, nos encontramos con que, en el fondo, el tema de la sexualidad continúa hoy en día siendo un tema tabú. Y este tabú, nos confronta con nuestra paradoja social en torno a lo sexual: hay mayor facilidad para acceder a la pornografía, circula más información, aparentemente hay más libertad, pero sigue siendo algo de lo que es mejor no hablar.
Pero ya sabemos que si de algo no se habla, si no se permite que se signifique, si no se permite entenderlo, entonces eso se actúa: “Cada vez más. Cada vez antes. Cada vez con más gente”.

23.10.09

La relación médico-paciente

Cuando el cuerpo se quiebra, cuando el malestar físico nos hace recordar nuestra mortalidad, cuando, en definitiva debemos recurrir a los servicios de salud para ponernos en manos de otros, una cantidad de elementos emocionales entran en juego.
El cuerpo es nuestra sede en este mundo y sentir que falla, que nos la juega, que ha dejado de ser un aliado, viene acompañado de una serie de fantasías.
Por un lado la fantasía de incapacidad: ya no puedo andar, o ser autónomo, o hacer una vida normal.
Por el otro la fantasía del dolor físico: esto irá en aumento, no se pasará.
También la fantasía de muerte.
El malestar físico trae consigo la experiencia de ser vulnerable. Por eso, la figura del médico, ya de por si portadora de superioridad, alcanza un significado de poder y de salvación. Ideas en torno a que este médico tiene el poder de devolvernos las capacidades, de aliviarnos el dolor, de salvarnos la vida, colocan al profesional en un lugar de admiración, respeto y hasta miedo.
El sistema sanitario español tiene muchísimas ventajas: profesionales preparados; recursos de última tecnología; organización; fácil acceso.
No obstante, se olvida un factor psicológico fundamental: todo lo que se juega en esa particular relación humana.
Todo vínculo de curación, sea con un psicoterapeuta, un médico o un enfermero, está determinado por elementos transferenciales, en el cual el paciente coloca una serie de fantasías acerca del otro. Y esa relación es con una persona concreta.
Por eso en la psicoterapia cada persona tiene "su terapeuta", o "su psicoanalista", o "su psicólogo" y no vale que un día nos atienda otro profesional aunque esté igual de cualificado.
Con los médicos ocurre lo mismo. No vale que en la consulta nos reciba un traumatólogo, por ejemplo, y nos opere otro, y en el post-operatorio nos atienda otro, aunque sean del mismo equipo.
La relación personal entre médico y paciente, en sí misma, ya tiene un factor de curación.

19.10.09

El aborto desde una mirada más íntima (II)

Cuando una mujer quiere ser madre, se despiertan en ella una serie de fantasías que varían y que suelen estar expresadas en forma de interrogantes que tienen que ver con su propia historia y con su propio cuerpo: ¿seré fértil?, ¿cómo cambiará mi cuerpo?, ¿cómo será el dolor por el parto?, ¿cómo será ese bebé?, ¿tendré la capacidad para atender y cuidar al bebé?, ¿le podré educar adecuadamente?, ¿podré volver a retomar mi independencia personal? A su vez, estas fantasías van aparejadas a diversas emociones y sentimientos: miedo, angustia, felicidad. Pero el elemento fundamental que impulsa la decisión y que la convierte finalmente en un anhelo, en una necesidad ineludible, es un deseo, el deseo de ser madre.
Para una mujer, ser madre, entonces, no puede convertirse ni sólo en una tarea biológicamente predeterminada, ni tampoco en una obligación socio-culturalmente impuesta, sino en una elección sustentada sobre un deseo personal, aunque alguna de las variables mencionadas pueda tener en ciertos momentos alguna incidencia.
El aborto provocado pone de relieve, justamente, la relación de esa mujer en particular con la maternidad y con ese deseo. Por tanto, al analizar el aborto, lo que tendríamos que preguntarnos es cómo subjetivamente esa mujer está viviendo ese embarazo y qué significaciones le atribuye, en ese momento, a la experiencia de ser madre. Por esta razón, para muchas de las mujeres que abortan, sobretodo para aquellas que lo hacen en más de una oportunidad, el aborto viene a ser un hecho sintomático que responde en cada caso a la experiencia de una historia particular y a cómo se ha construido a partir de esa historia la propia subjetividad.
Por otra parte, el aborto tiene un impacto adicional para la mujer, al tener una incidencia real sobre su cuerpo, un cuerpo que tras la intervención se resiente. En ese sentido, Laura Klein (2005) afirma: “siempre, diga lo que diga la mujer que aborta, es ella quién más lo padece”.
En el proceso psicoterapéutico, la idea es permitir a la mujer hacerse con los elementos conscientes e inconscientes que subyacen a la resolución de practicarse un aborto, es abrir la puerta a esa mirada íntima y personal que conduce a la lógica de las propias decisiones y a la lógica de la posición que se sustenta en la vida. Es esta postura la más eficaz para no reincidir en lo que nos causa dolor y sufrimiento, porque cuando no se puntualiza sobre la causa, la historia inexorablemente vuelve a repetirse.

11.10.09

La autoridad

La autoridad, ese delicado equilibrio entre el extremo autoritarismo y la falta de límites, es un ordenador de la convivencia, no sólo porque garantiza la trasmisión de formas comunes de leer la realidad, sino también porque se constituye en un elemento tranquilizador: si conocemos plenamente las reglas del juego, podemos jugar en igualdad de condiciones.
En el mes de Septiembre de este año, la aparición en la prensa de dos noticias aparentemente diferentes, se conjugaron en mi cabeza como dos caras del estado de la autoridad en nuestros días.
Por un lado, la propuesta de la Comunidad de Madrid de aprobar la "Ley de Autoridad del Profesor", una medida para reforzar el poder de estos profesionales frente a los alumnos.
Por el otro, el escándalo de las últimas estadísticas: Durante el año 2008, 8.000 padres denunciaron a sus hijos en los juzgados españoles por malos tratos.
En ambos casos un factor común: cómo se hace necesario recurrir a refuerzos externos para resolver problemas privados, o lo que es lo mismo, cómo la realidad parece reclamar la institucionalización de las normas privadas de convivencia.
Si los profesores requieren una reafirmación de su poder en las aulas, y los padres deben recurrir a la justicia para hacer frente a su papel dentro del hogar, quiere decir que por sí mismas estas figuras son insuficientes para ser representantes de la autoridad.
En la evolución humana, la ley comienza siendo un elemento externo, ya que en la infancia son los padres quienes entrenan en diferenciar comportamientos permitidos y prohibidos. Sin embargo, con el desarrollo, la ley comienza a introyectarse, a hacerse interna, como un elemento que se incorpora a la psique y se convierte en guía adaptada a las normas sociales de convivencia.
Eso es lo que se espera. No obstante, actualmente y cada vez más, tenemos datos de que ese proceso queda inconcluso.
Cuando he tratado adolescentes con problemas frente a la autoridad, he sentido una estela que trasmiten: vacío, falta, un hueco que se rellena a empujones con variopintos elementos externos: drogas, bandas, vandalismo, hurtos.
La falta es interna, claro, porque la autoridad no sólo está fuera, es, sobre todo, un elemento que tiene su lugar dentro de la psique.
En la psicoterapia con adolescentes problemáticos nunca pierdo de vista eso que me trasmiten: bajo la apariencia de estar "colmados" y "hartos", lo que hay debajo es un espacio en blanco que espera ser llenado.

7.10.09

El aborto desde una mirada más íntima (I)

Un artículo publicado en el diario “El País” el día 26 de septiembre reseña: “Según datos de 2007, en España se produjeron mas de 10.600 embarazos en chicas menores de 18 años y de las 112.138 interrupciones voluntarias del embarazo realizadas ese año, 6.273 se produjeron en menores de 18 años (500 en menores de 15 años)”. Tras su lectura, lo primero que uno se pregunta es por qué no se da un uso efectivo de los métodos anticonceptivos en una época en la supuestamente circula libremente tanta información al respecto. También se convierte en un interrogante el cómo actualmente están viviendo los jóvenes su sexualidad y sobre si existe realmente apertura y comunicación para hablar sobre el tema con padres y maestros.
No pretendo hacer disertaciones filosóficas en pro o en contra del aborto, sino reflexionar sobre lo que esta decisión supone, para la mujer, en un plano más íntimo y personal.
El hecho de interrumpir voluntariamente un embarazo no es una decisión fácil y usualmente el aborto es vivido por la mujer como una pérdida importante, aun cuando racional y emocionalmente ella tenga la certeza de que está eligiendo la mejor alternativa.
En ese sentido, en la consulta atendemos tanto a mujeres para quienes el aborto se convierte en algo absolutamente imprescindible para poder sostener su proyecto vital como a otras que sienten que por sus condiciones de vida actuales no pueden hacerse cargo de un hijo. Para unas y para otras, lo difícil y doloroso del aborto resulta secundario ante lo apremiante de su situación particular. Por el contrario, para otras mujeres, el aborto está cargado de mucha culpa, suelen preguntarse cómo hubiera sido ese niño, piensan en la edad que tendría y lo que podrían estar haciendo en ese momento con él y se preguntan con mucho temor si después, cuando así lo deseen, podrán tener otros hijos. También encontramos a aquellas mujeres que ante la decisión tomada llegan a presentar ideación suicida, o a romper sus vínculos de pareja o familiares. Todo el espectro anterior de respuestas ante un mismo hecho, indica que, evidentemente, el aborto es algo que necesita ser tramitado y elaborado con ayuda profesional, sea cual haya sido la justificación que haya conducido hasta él.