19.10.09

El aborto desde una mirada más íntima (II)

Cuando una mujer quiere ser madre, se despiertan en ella una serie de fantasías que varían y que suelen estar expresadas en forma de interrogantes que tienen que ver con su propia historia y con su propio cuerpo: ¿seré fértil?, ¿cómo cambiará mi cuerpo?, ¿cómo será el dolor por el parto?, ¿cómo será ese bebé?, ¿tendré la capacidad para atender y cuidar al bebé?, ¿le podré educar adecuadamente?, ¿podré volver a retomar mi independencia personal? A su vez, estas fantasías van aparejadas a diversas emociones y sentimientos: miedo, angustia, felicidad. Pero el elemento fundamental que impulsa la decisión y que la convierte finalmente en un anhelo, en una necesidad ineludible, es un deseo, el deseo de ser madre.
Para una mujer, ser madre, entonces, no puede convertirse ni sólo en una tarea biológicamente predeterminada, ni tampoco en una obligación socio-culturalmente impuesta, sino en una elección sustentada sobre un deseo personal, aunque alguna de las variables mencionadas pueda tener en ciertos momentos alguna incidencia.
El aborto provocado pone de relieve, justamente, la relación de esa mujer en particular con la maternidad y con ese deseo. Por tanto, al analizar el aborto, lo que tendríamos que preguntarnos es cómo subjetivamente esa mujer está viviendo ese embarazo y qué significaciones le atribuye, en ese momento, a la experiencia de ser madre. Por esta razón, para muchas de las mujeres que abortan, sobretodo para aquellas que lo hacen en más de una oportunidad, el aborto viene a ser un hecho sintomático que responde en cada caso a la experiencia de una historia particular y a cómo se ha construido a partir de esa historia la propia subjetividad.
Por otra parte, el aborto tiene un impacto adicional para la mujer, al tener una incidencia real sobre su cuerpo, un cuerpo que tras la intervención se resiente. En ese sentido, Laura Klein (2005) afirma: “siempre, diga lo que diga la mujer que aborta, es ella quién más lo padece”.
En el proceso psicoterapéutico, la idea es permitir a la mujer hacerse con los elementos conscientes e inconscientes que subyacen a la resolución de practicarse un aborto, es abrir la puerta a esa mirada íntima y personal que conduce a la lógica de las propias decisiones y a la lógica de la posición que se sustenta en la vida. Es esta postura la más eficaz para no reincidir en lo que nos causa dolor y sufrimiento, porque cuando no se puntualiza sobre la causa, la historia inexorablemente vuelve a repetirse.

1 comentario:

  1. creo que se le da más importancia al aborto desde un visión legal (penalizarlo o despenalizarlo) que ayudar a esa mujer que piensa hacerlo o que ya lo ha hecho para superar su perdida. Se sabe que muchas mujeres que han abortado quedan marcadas por ese acontecimiento y que necesita ayuda de un psicólogo

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