6.2.10

Todos estamos cuerdos

Los últimos datos aportados por la OMS -en el marco del I Foro sobre Salud Mental entre Adolescentes, celebrado en las Palmas de Gran Canaria- son impactantes: entre el 10 y el 20% de los adolescentes europeos sufre algún tipo de enfermedad mental.
Estas cifras han tenido repercusión en diferentes medios informativos, y no es para menos, porque implican que, a todas luces, los recursos para hacerse cargo del problema son extremadamente escasos.
Y no sólo en el caso de la atención a adolescentes. En general, el tratamiento de la salud mental resulta insuficiente. Así lo recoge la prensa. Por ejemplo, en el periódico ADN, se afirma "Cerca de un 25% de la población está afectada por algún trastorno mental y sólo un 5% del gasto sanitario se destina a su atención"
Pero sin necesidad de acceder a los medios, cualquier persona puede constatar en carne propia la escasez de recursos: basta con acercarse a la sanidad pública en búsqueda de tratamiento psicológico para tropezar con las esperas, las citas de apenas minutos con el especialista, los trámites que se multiplican para acceder al psicólogo, la ínfima frecuencia de sesiones, la pronta finalización del tratamiento.
Actualmente los seguros privados incluyen cada vez más la intervención psicológica (por algo será), sin embargo, el número de sesiones está limitado de antemano.
Esta manera de proporcionar atención a los trastornos emocionales no es gratuita, responde a un gesto sonrojado, a una opinión general que sigue entendiendo la enfermedad mental como algo avergonzante.
Hablar de la hipertensión, del reumatismo, de las alergias o de otro padecimiento físico es un tema habitual, descargado emocionalmente. Sin embargo, reconocer ante otros que se sufre una depresión, o crisis de ansiedad, o esquizofrenia, parece implicar una vejación personal.
Mientras no se naturalice el ámbito de la salud mental, hasta que deje de negarse la existencia habitual de  padecimientos psicológicos (las estadísticas no engañan) los recursos seguirán condenados a ser insuficientes.
Es como si, cerrando los ojos a la evidencia, se dijera: "Somos un mundo de cuerdos. Aquí no tenemos problemas mentales"
Como me dijo un amigo una vez "La realidad demuestra que Santo Tomás lo dijo al revés, la verdad es que si no lo creo, no lo veo" . Aunque la cifra sea de un 25% de la población.

6 comentarios:

  1. Triste realidad....

    Como los avestruces...

    Ojalá que artículos como el que escribes, sirvan para que los responsables, los que tienen en sus manos la posibilidad de cambiar las cosas, abran los ojos y hagan lo propio.

    besito, E.

    ResponderEliminar
  2. Gracias Lena. Es verdad, en manos de los responsables está, aunque no creo que tengan tiempo de leer blogs. Sin embargo, lo seguiremos diciendo y escribiendo, porque aunque no se quiera ver, la realidad siempre pesa más.

    ResponderEliminar
  3. Muy buen artículo, de esos que hacen pensar. ¿por qué será que un padecer emocional se ve peor que uno físico?

    ResponderEliminar
  4. Yo creo que el padecer emocional da más miedo y por eso se ve peor.
    Da más miedo porque los síntomas, la mayoría de las veces, son invisbles.
    La enfermedad física siempre lleva una etiqueta...la varicela una erupción, por ejemplo.
    Al ver la etiqueta, sabemos qué hacer.
    (Alejarnos si no hemos padecido esa enfermedad, no preocuparnos si la hemos padecido etc)
    Las enfermedades mentales nos desorientan...
    Eso creo.

    ResponderEliminar
  5. Es terrible que algunas áreas de la sanidad estén tan descuidadas.
    La salud mental es tan o más importante que cualquier otra dolencia y como dice Lena todavía hay todavía mucho temor de afrontarlo y buscarle una solución.
    Esperemos que cambien las políticas en materia de sanidad, aunque viendo la línea de Esperanza Aguirre, lo que queda es preocuparse mucho más.

    ResponderEliminar
  6. Es cierto lo que opina Lena, el padecer emocional crea mucho miedo y desorientacion (de eso se trata, precisamente) pero mirar a otro lado, hacer como que no existe, no resuelve y mas bien perpetua el dolor.
    Aupamos la peticion de Linda, confiemos en que cambien las politicas en materia de salud.

    ResponderEliminar