20.2.11

Alienación Parental

Imagen tomada del País.com (30/05/2008)
Muchos de los síntomas por los cuales llevan a los niños a consulta psicológica, en particular las dificultades escolares producto de la falta de atención o la intranquilidad, las fobias, los problemas de conducta, la agresividad y la poca tolerancia a la frustración no sólo representan una problemática particular del niño en tanto sujeto sino que, en muchas ocasiones, ponen en evidencia una conflictiva de la pareja parental o una dificultad en el ámbito familiar que el niño, a través de esos síntomas, denuncia.


En este sentido, no es infrecuente que cuando el niño inicia el proceso psicoterapéutico a través de sus dibujos y juegos aparezcan elementos que permitan inferir una problemática familiar subyacente. Las más de las veces, dicha conflictiva también puede aparecer velada para los padres. Es el caso de los llamados “secretos familiares”. Así, por ejemplo, o por la muerte traumática de un familiar o por los problemas de pareja de los padres, a los niños se les miente o, lo que es peor, no se les dice nada. En estas situaciones, los padres suelen pensar que el niño es demasiado pequeño para comprender, o asumen que los niños no se dan cuenta de nada de lo que pasa.

Nada más lejos de la verdad. Los niños, por pequeños que sean, son capaces de leer lo que pasa con sus padres y, por ello, hacen sus propias interpretaciones sobre lo que sucede e intentan dar sentido a esas señales familiares. Por supuesto, su capacidad para comprender y entender es distinta a la de los adultos y así, frente a las mentiras o los silencios de los padres, pueden interpretar erróneamente que ese sufrimiento del que no se puede hablar es “por su culpa”.

Por otra parte, existe también lo que se conoce como alienación parental que es una dinámica que se produce en algunas familias una vez que los padres se divorcian. En este tipo de dinámica uno de los progenitores, mediante distintas estrategias, intenta impedir, obstaculizar e incluso destruir los vínculos del niño o los niños con el otro progenitor. Se coloca a los niños, de esta manera, en medio de una batalla campal que se desarrolla entre los padres. En ocasiones, los niños se constituyen en el arma arrojadiza con la que los padres intentan hacerse daño uno al otro.

Evidentemente, los resultados de este proceso son devastadores para los niños que lo sufren. Es importante recordar que lo que dicen los padres tiene valor de verdad para los niños. Los padres son figuras a las que el niño cree. La seguridad en el vínculo es primordial para que puedan configurar su propia seguridad personal. Tanto la madre como el padre son figuras con las cuales se identifica, para el niño cada uno tiene un lugar que es insustituible. Por eso, cuando uno de los progenitores ataca el vínculo que el niño tiene con el otro, ataca también al propio niño, al colocarlo en una situación terriblemente dolorosa que no puede manejar.

El divorcio es algo que ocurre entre adultos, por tanto, cada una de las partes tiene que hacer con lo que este hecho le supone a nivel personal. Los niños, por su parte, tienen que elaborar también el duelo que entraña la ruptura de la relación, en tanto pareja, de los padres, pero sin que ese divorcio implique el menoscabo del vínculo con alguno de sus padres.









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