20.1.11

La farsa del padre bonachón.

El 2 de Enero se ponía en vigor la Ley Antitabaco.
España estrenaba este año 2011 con una prohibición.
Prohibiciones, autonomía, libertad, son temas que van aparejados, que se entralazan.
De ahí que  hablando de prohibiciones traiga a Quino, a Mafalda, a Libertad.
Libertad es pequeñita. Todos, como Mafalda, sacamos la misma "conclusión estúpida" cuando la vemos.
En el desarrollo humano, la Ley, el código ético que diferencia lo que se puede y lo que no se puede hacer, comienza siendo algo externo. Son los padres, en primer lugar, y el resto de figuras de referencia, en segundo, los encargados de enseñar los patrones sociales de convivencia.
Pero lo esperable es que este código se vaya incorporando como una pieza interna, que se asimile, y coordine el hacerse con la vida según ciertos lineamientos.
Estamos hablando de la fundación de la autonomía. El niño irá asumiendo ciertas normas, y se podrá valer más por sí mismo. Porque tener las reglas claras, entender cómo hay que moverse en cada situación, es un elemento tranquilizador y dotador de claridad.
Desde allí, la madurez tiene que ver con ese no necesitar de supervisores externos ni de guías externas.
Por supuesto, esta internalización de la Ley también es parte fundamental de la libertad. Porque la carencia de reglas es una utopía. La libertad es precisamente la capacidad de elegir. Sopesar criterios, considerar lo real, contraponer deseos y prohibiciones y desde ahí, actuar.
Insisto: son los niños quienes necesitan guías externas. Guías que pretenden ordenar, pero que también están encaminadas a retirarse luego, una vez que la Ley ya está internalizada.
Los adultos no necesitamos esas guías, esa supervisión.
En el preámbulo de la Ley Antitabaco se leen claramente los soportes que la justifican: Potenciar la deshabituación y erradicar el hábito.
Y me pregunto ¿es labor de un Estado deshabituar, erradicar un hábito? Estamos hablando de adultos. Y cualquier adulto sabe los efectos del tabaco. Y elige. Esa es su cuota de libertad y de autonomía.
Pero si el Estado pretende regular para deshabituar, para erradicar hábitos, está ejerciendo de Padre. No de Estado. Y los ciudadanos estamos en un lugar de niños, de hijos.
No es un diálogo entre adultos.
Con unas reglas y un estilo así, la libertad es el personaje creado por Quino: Pequeña, aniñada.
Por cierto, para deshabituar, para erradicar un hábito, para curar, no son pertinentes las regulaciones del Estado.
Esas son labores terapéuticas.
Y el Estado no es un padre, ni un psicoterapeuta, ni un médico, ni un curador.
Escrito por Esther Roperti.


2 comentarios:

  1. Me parece excelente el artículo, con una bella comparación de la pequeña Mafalda (Libertad), entonces ¿dónde queda la libertad de elegir como adulto que es uno?, a sabiendas que es dañino, uno como adulto es quién decide. Además, porque el estado no toma otra medida con las tabacaleras, ¿será porque esto le da más ganancias?, y como usted bien lo dice, para curar no hace falta el papá estado si no que las personas en esta situación se decidan y busque ayuda terapéuticas.
    Feliz año 2011, y gracias por sus artículos tan interesantes y pedagógicos.

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  2. Gracias.
    El tema de las tabacaleras es otro aspecto que podría analizarse también.
    Y por supuesto, la cura no debe correr a cargo del papá estado sino de la decisión personal de los fumadores.

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