Muchas veces descubrimos que hay cosas que damos por buenas, que no cuestionamos, simplemente por desconocimiento de otras alternativas.
Quizás el ejemplo más claro es el del viaje.
Cuando se llega a tierras extrañas, cuando se conocen otros destinos, suele darse un proceso en el que, por primera vez, se pone en duda la normalidad de aquello que había constituido la forma de entender el mundo.
Entonces, la manera única de mirar las cosas, llámese forma de vestir, o de comer, o de entender la cotidianeidad, o de relacionarse, o de pasear por la calle, de pronto se transforma en una mera posibilidad, una opción que puede seguir repitiéndose o sustituirse.
En cualquier situación vital, el acto de salir y toparse con otras personas, otros estilos, otros esquemas, obliga al surgimiento de la duda, a la interrogante.
El viaje psicoterapéutico se sostiene en el mismo principio.
Es un espacio de cuestionamientos donde aquello que uno nunca antes se había preguntado, o planteado, o pensado siquiera, puede cuestionarse.
El modelo que sostiene la comprensión de la vida, ese esquema predeterminado y que entendemos como lo normal, se construye en la infancia, en el primer hogar, con los primeros referentes.
Llegamos al mundo con un diccionario cerrado, en el que cada entrada está escrita y definida.
Así comida es lo que se come en casa.
Hombre es papá y toda persona que comparta sus rasgos sexuales.
Mujer es mamá y cualquier otra que sea como ella.
Relación de pareja es lo que papá y mamá comparten.
Sobre esas definiciones no hay cuestionamientos. Pero llega un momento en el que aparece el deseo del viaje, de explorar otras opciones.
En la psicoterapia, una parte del esfuerzo tiene que encaminerase a borrar las definiciones, para luego reescribirlas.
Así comida es no sólamente lo que se come en casa, sino cualquier objeto alimentario que se define principalmente por el gusto.
Relación de pareja es un lugar de encuentro que puede tener infinidad de formas.
En la construcción del esquema de comprensión de la realidad, más que las respuestas, lo importante son las preguntas.
Nosotros, venezolanos y europeos españoles, y venezolanos refugiados y
residentes en España, solicitamos al gobierno de España una actuación
rápida y categórica para preservar la vida y lograr la liberación de Luis
Carlos Díaz, periodista y activista por los derechos humanos en Venezuela,
quien además es un ciudadano español.
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Excelentísimo Don Josep Borrell Ministro de Asuntos Exteriores, Unión
Europea y Cooperación Gobierno de España Madrid.- Nosotros, venezolanos y
europeos es...
Hace 5 años
Ese diccionario hay que reescribirlo, es verdad. tengo varios años en psicoanálisis y voy haciendo ese trabajo de reconstrucción. Doloros, pero valioso.
ResponderEliminarLa reconstrucción, efectivamente cuesta esfuerzo, tiempo, paciencia; pero finalmente es un trabajo valioso. Sobre todo porque es algo que se hace por y para uno mismo. Gracias por tu comentario.
ResponderEliminarEs buena la observación, es imposible que en el entorno cercano podamos obtener todas las posibilidades, pero cuidado con irse al otro extremo, es necesario tener criterio para valorar lo desconocido, que siempre nos asombra o maravilla. He tenido mis sorpresas desagradables al dejarme llevar por la apertura mental. Es difícil lograr el equilibrio, saber los límites de las cosas, creo que ese es el reto de la vida: lograr el punto medio, aceptar lo diferente hasta cierto punto, revisar lo que nos pertenece y detectar lo que podemos superar o mejorar.
ResponderEliminarTienes razón, no se trata de borrarse a favor de lo nuevo y lo desconocido, ese equilibrio del que hablas pasa por respetar la propia identidad y cuestionar otros aspectos. En un trabajo psicoterapéutico bien llevado, todo es revisable, pero revisar no significa cambiar, transformar o desprenderse de manera pasiva, sino pensar, meditar y reflexionar para llegar a conclusiones. Diferentes en algunos puntos, repetidas, en otros.
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