Los lazos familiares se forman a partir de la interrelación entre los sujetos miembros de una familia. Son vínculos estrechos y sostenidos en el tiempo. Los nuevos miembros crecen en una compleja interacción en el marco de la cual se les trasmiten valores y costumbres sociales. Cada uno se va ubicando subjetivamente en una determinada posición dentro de este entramado. Cada uno tiene un lugar.
En cada familia se construyen posiciones subjetivas: “el rey bebé”, “el favorito de mamá o de papá”, “la oveja negra”, “el que siempre lo hace mal”, “el terrible”, “el listo”, etc. Desde esta perspectiva cada sujeto se ubica en el mundo y actúa en consecuencia. Pero todos estos lugares tienen sus bemoles. Así, ser el favorito puede significar tener mayores privilegios. Pero también puede implicar cargar con las expectativas que los padres tienen con relación a esa situación de “privilegiado”.
En muchos casos, el lugar particular e íntimo que cada uno ha construido parece inamovible. Tiende a ser la única forma de estar en el mundo, aunque sea la “peor”.
Enfatizo en “aunque se la peor”, porque aun cuando puede llegarse a tomar conciencia de que la forma en que nos comportamos o las elecciones que tomamos nos hacen sufrir, esta toma de consciencia no conlleva al cambio sino que, por el contrario, lleva aparejada la sensación de que no hay otra posibilidad de actuar, de que no existe otra salida.
Inconscientemente, sostenemos, nos aferramos a estas posiciones. De esta manera, no es raro encontrar niños que son “los terribles”. Hacen trastadas permanentemente porque para ellos esa es la única forma de establecer el vínculo con los otros. Viene a ser como si “sólo si soy terrible existo para el otro”. Tampoco es extraño encontrar adultos que permanentemente buscan la aprobación o el reconocimiento como una forma sustitutiva del reconocimiento de los padres.
No es cierto, en ningún caso, que la posición subjetiva de cada uno sea inamovible. Eso sí, es imprescindible cuestionar estas posiciones que parecen determinarnos plenamente como sujetos para que realmente encontremos nuestro lugar y demos cabida a nuestro deseo.
Nosotros, venezolanos y europeos españoles, y venezolanos refugiados y
residentes en España, solicitamos al gobierno de España una actuación
rápida y categórica para preservar la vida y lograr la liberación de Luis
Carlos Díaz, periodista y activista por los derechos humanos en Venezuela,
quien además es un ciudadano español.
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Excelentísimo Don Josep Borrell Ministro de Asuntos Exteriores, Unión
Europea y Cooperación Gobierno de España Madrid.- Nosotros, venezolanos y
europeos es...
Hace 5 años