El mundo infantil está construido sobre el juego. A los adultos nos sorprende la enorme energía que desprenden los niños que necesitan correr, saltar, imaginar vidas, animar objetos, en fin, jugar.
Winnicott, importante autor del universo psicológico, que era, además de psicoanalista, pediatra; en un texto clásico "Realidad y juego" explica que el juego se ubica en ese espacio limítrofe entre la realidad y la fantasía.
Por eso, un niño sano juega, crea mundos en los que es posible volar, resucitar, en los que los animales hablan o los objetos cobran vida, en los que, por ejemplo, una piedra se convierte en un coche que transporta a seres imaginarios.
Ese talante creativo es el que da especial valor a la libre actividad del niño, diferente al juego reglado, donde se siguen normas y acciones organizadas.
Los niños tienen predilección por el lenguaje lúdico y gráfico, es más adelante, con el desarrollo, cuando el verbo gana protagonismo. Por eso, en la psicoterapia con niños, necesariamente debe haber espacio para el juego, y en el despacho, tienen que existir elementos de juego variados; porque con esos objetos (muñecos humanos, animales de diferentes características y materiales, utensilios de cocina, pinturas, plastilinas, pequeños muebles, armas, etc.) el niño va a representar su mundo, lo que le preocupa, lo que teme, lo que le daña.
Al terapeuta le toca interpretar, leer las producciones, mirar los juegos, entender las necesidades infantiles en aquello que se repite y cerrarlo en el mismo contexto, proporcionando más recursos (curas para el peluche herido, armas que protejan al pequeño muñeco atacado; adultos fuertes que encierren a los malos) para que el niño pueda elaborar y sanar.
Todo el trabajo con el niño se sostiene en la repetición. En diferentes contextos, el niño "cuenta" lo que le ocurre representándolo en el juego y en el dibujo. Por eso, quienes han padecido intervenciones médicas juegan a los doctores con inyectadoras, vendas, batas. Por eso, quienes han sufrido violencia juegan a juegos violentos.Basta mirar, observar, escuchar, los niños cuentan incansablemente lo que necesitan solucionar. Es labor de los adultos hacerse cargo de ello.
Pero muchos adultos no se hacen cargo. Por eso hay tantos casos de niños que tienen que llamar la atencion de otra manera (fracaso escolar, problemas de conducta...)
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