14.11.10

Madre de 10 años.

Hace unos días los medios de comunicación se escandalizaban con la noticia de la niña de 10 años que dió a luz en Cádiz.
Conozco de esta noticia sólo los retazos que se han publicado, y me sirvo de esos fragmentos para ahondar en ciertos aspectos que me parecen claves de la historia.
Algunos datos: La niña (Elena, sabemos que se llama) se crió en Bucarest con su abuela. La madre vivía en España, y aunque la visitaba algunas veces, era un referente más bien ausente.
Elena carecía de figura paterna y compartió su crianza con su primo, un poco mayor, también a cargo de la abuela, también él hijo de una madre lejana.
Luego, lo obvio: Elena y y su primo Gheorghe eran inseparables e iniciaron una relación que implicaba la sexualidad a escondidas. Elena quedó embarazada y la madre decidió que la niña diese a luz en España.
A continuación, el torbellino informativo, la implicación de la Fiscalía de Menores, la investigación...
¿Cómo se llega a este final? ¿Cómo una niña se interna en los terrenos de la sexualidad adulta tan pronto?
La experiencia clínica indica que sexualidad y amor son términos cercanos, que muchas veces se funden, se confunden, se sustituyen.
Cuando una niña o un niño se inica tan tempranamente en la actividad sexual, muchas veces está buscando afecto deseperadamente. Busca amor, apego, ser alguien para el otro, reconocerse en un otro. Y ese pasaje (suele ocurrir) pasa por la sexualidad.
Volvamos a Elena: los datos inciden en su carencia. Sin padre, sin madre (porque aunque estaba, estaba sólo de visita), con la compañía de ese primo-referente-amante que cada vez parece haber ído tomando más protagonismo.
Sí, había una abuela, es verdad, pero abuela no es madre y podemos suponer que tampoco tenía pleno acceso a ese rol porque la madre existía y aparecía a veces, señalando con sus idas y venidas la inminencia de su ausencia.
Las noticias revelan que la relación de Elena y Gherorghe ha terminado. Ella ahora está en España, él sigue en Rumanía.
La historia entonces se repite. La nueva pequeña, hija de la niña, crecerá sin su padre.
¿Qué sentirá Elena?
¿Cómo vivirá la separación de Gheorghe? porque su primo ha sido más que un primo, más que un amante, más que un marido. Parece haber sido su referente en el afecto.
¿Vivirá embelesada la ilusión de estar de nuevo con su madre?
¿Colocará en su bebé sus ansias de afecto?
Muchas preguntas. Inevitables cuando en la infancia amor y sexo se funden, se confunden, se sustituyen.
Escrito por Esther Roperti.

4 comentarios:

  1. Enrique Hernandez Reina15 de noviembre de 2010, 17:05

    Madre, abuela... Parece que el Significante del NdP no solo no funciona sino que "ellas" lo excluyen en la "realidad".

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  2. Aquiles Villarreal Díaz15 de noviembre de 2010, 17:53

    Qué bueno sentir "haber dado en el clavo" con este inteligente análisis!!! Reitero, excelente contenido y dominio en "Psico - lógicas!"!! Un abrazo

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  3. Muchas gracias, Aquiles, por tu entusiasmo.
    Estamos comprometidas a analizar la realidad y darle un giro psico-lógico.
    Un saludo

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  4. Con sus acciones, efectivamente, Madre y Abuela excluyen el Significante Nombre del Padre. Por eso se contraviene la Ley.
    El tabú del incesto no queda prohibido y desde allí la realidad queda comprometida con la figura de una madre-niña.
    Gracias por tu aporte, Enrique.

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