Viñeta tomada de Quino "Todo Mafalda"
Racionalmente, siempre solemos pensar que la gente intenta procurarse aquello que le proporciona bienestar, y que por tanto, esta supuesta “tendencia natural” en la vida estaría dirigida a que las personas se apartaran de aquellas situaciones que les pudieran ocasionar sufrimiento. Estar bien y ser felices pareciera ser el objetivo que guía nuestras vidas y al que conscientemente todos aspiramos.
Por eso resulta sumamente difícil darse cuenta y aceptar que muchas veces son nuestras propias elecciones y las posiciones que solemos adoptar en la vida lo que nos lleva, justamente, en el sentido contrario. En el discurso de las personas que asisten a terapia y en el de las personas que hablan y cuentan sus malestares a amigos o familiares cercanos, escuchamos como lugar común expresiones como éstas: “No se por que sigo con ella (o él) si siempre estamos peleando”, “Todo iba bien, pero no se que pasa que siempre sucede algo que me obliga a romper”. “Yo no puedo hacer nada, es mi carácter, yo soy así, es él (o ella) quien tiene que ver que hacer”. “Se que esto va a terminar mal, pero no puedo hacer nada”. “Pareciera que algo hace que siempre elija lo peor”. “Me tocó, la vida es así y no se puede hacer nada”
Todas estas expresiones tienen como denominadores comunes tanto el desconocimiento del por qué se está en esa situación como la tendencia prácticamente irrefrenable a repetir la misma experiencia con diferentes personas y en distintas circunstancias. Y como elemento corolario, la convicción de que no hay nada que se pueda hacer con eso, la sensación de que resultará imposible lograr algún cambio.
En consecuencia, lo que ocurre viene a ser producto de una suerte del destino y son los otros o las condiciones las que deben cambiar para que podamos ser felices. En esta posición, lamentablemente, se pueden pasar muchos años de la vida, hasta que en el mejor de los casos la constante repetición del malestar mueve a buscar ayuda tras preguntarse "qué será lo que pasa conmigo, que haga lo que haga termino siempre sufriendo".
Evidentemente, la terapia psicológica como ayuda no es, desde ningún punto de vista, una especie de receta que se pueda aplicar indistintamente a todo el mundo y por tanto no implica una respuesta unívoca. Es, por el contrario, un proceso que implica, en primer lugar, tomar consciencia de que se tiene un problema del que se es responsable, a partir de lo cual se impone un arduo trabajo personal (aunque en todo momento esté guiado), en el que al final de cuentas queda en manos de cada uno abrir la posibilidad para encontrar la propia llave de la felicidad.
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