Cuantas veces, en la psicoterapia con mujeres, he escuchado frases como "me siento triste, pero también es porque estoy con la regla" o "como tengo la regla, me encuentro más nerviosa".
También los padres de pacientes adolescentes, tienden a repetir que el mal humor, la rabia o la desazón de sus hijas se debe a la menstruación.
Es cierto que el ciclo menstrual femenino produce cambios hormonales, y que ciertos síntomas físicos, como dolor o pesadez, pueden asociarse al sangrado, pero lo que se escapa de esta explicación lógica es la vinculación entre la regla y el malestar emocional.
Cada hecho fisiológico tiene inscrita una significación psicológica particular, que en cada persona tiene sus propios matices.
La regla, fisiológicamente idéntica para todas las mujeres, tiene una carga específica que subjetiviza la relación de esa mujer individual con su feminidad.
La regla remite, emocionalmente, a múltiples caminos: Qué significa ser mujer, y más específicamente, ser mujer sexuada. Qué relación se tiene con la maternidad. Qué implica ser adulta.
También pueden aparecer fantasías de alivio y bienestar, o por el contrario, de suciedad, enfermedad y muerte.
No olvidemos que el ser mujer, históricamente, ha venido aparejado a una condición de inferioridad. Y si bien es cierto que en el referente social occidental mucho han cambiado las cosas, en la íntima inscripción de cada núcleo familiar, en el discurso de cada casa, las diferencias de género pueden respirar aún antiguas significaciones.
Además, la menarquia, el primer sangrado, como todo hecho trascendente, traspasa las fronteras personales. Así, impacta en el padre que descubre ya en su hija una mujer completa; e impacta en la madre que tiene ante si una igual. Y eso se puede vivir y reflejar de muchas maneras distintas.
Por eso, en el espacio psicoterapéutico, no me conformo con las respuestas que equiparan la regla con la tristeza, el nerviosismo o el mal humor. Siempre espero oír más, para, desde ahí, acceder a contenidos más profundos acerca de la vivencia de la propia feminidad.
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